sábado, 30 de enero de 2010

AVATAR: Los límites de una película producida bajo la lógica espectacular del capitalismo

Por: Luis Martín Cabrera. Profesor de Literatura en la Universidad de California. San Diego.He leído con curiosidad y asombro la cantidad de reseñas y artículos --la mayoría de ellos hiperbólicamente positivos-- que han aparecido en Rebelión sobre la película Avatar. Una buena parte del debate gira en torno a la posibilidad de que la película sea una fábula anticapitalista en defensa de la humanidad y el medioambiente. Desde un punto de vista estrictamente marxista, hay que decir que ninguna película sometida a las normas de producción, distribución y consumo de un estudio de Hollywood puede ser realmente anticapitalista. Tanto los medios de producción, como la circulación y distribución de las películas están en manos de unos cuantos estudios que se lucran con la exhibición y producción de las películas. Y si en algunos casos es posible para algún director de éxito como Soderbergh hacer una película sobre El Che, el control de la distribución ya se encarga de que la película circule sólo en cines alternativos o en todo caso en los cines de las grandes ciudades, pero no en las grandes zonas rurales del centro de los Estados Unidos (algo que pasa sistemáticamente con las películas de Michael Moore). Zonas éstas, por cierto, de mayoría republicana. Sin embargo, creo que sería errado pensar que todas las películas de Hollywood responden a un mismo formato estético o a una misma preocupación ideológica. Por más que las películas de Hollywood estén sometidas a férreas normas de producción y distribución, el circuito que une creadores, productores, y espectadores nunca es cerrado ni unidireccional, existen creadores insumisos y espectadores heterodoxos capaces de producir interpretaciones alternativas a las dominantes. Si afirmamos que todas las películas hechas en Hollywood representan sólo y exclusivamente una visión capitalista y pro norteamericana del mundo, estaremos ignorando casi todo lo que hemos aprendido de las concepciones de la cultura que han articulado pensadores como Antonio Gramsci o Raymond Williams. No toda producción de Hollywood responde a los valores hegemónicos –algunas muestras claras en mi opinión serían El Padrino o The Matrix – y, sobre todo, no todas las interpretaciones de una película coinciden con las intenciones del director o los productores. Por eso, aunque debemos tener en cuenta los límites impuestos por la producción y distribución capitalista de las películas, es necesario también discutir sus propuestas, los modos en que construyen y atacan la realidad. Y es aquí donde discrepo con la mayoría de las interpretaciones sobre Avatar . En mi opinión Avatar responde a una demanda del mercado –la necesidad de una representación cultural anticolonial, anticapitalista y pro medioambiental--, pero lo hace ayudándose de los formatos narrativos más convencionales de Hollywood y, en última instancia, reproduciendo la misma mirada colonial que trata de criticar. Me explico. Los estadounidenses ocupan el planeta Pandora, porque en éste se halla un mineral de incalculable valor económico cuyo mayor filón se encuentra debajo del árbol de la vida de los Na’vi. La coalición norteamericana está compuesta por militares, empresarios y científicos. Y aquí es donde empiezan los primeros problemas. Mientras que el Coronel Quaritch y el empresario aparecen como personajes perversos y sádicos, la doctora Grace Augustine, el personaje de Sigourney Weaver, aparece como la típica científica genuinamente interesada en las riquezas naturales de Pandora e incómoda con las maniobras mercantiles y coloniales de militares y empresarios. Si bien es cierto que una parte del complejo militar industrial de los Estados Unidos está basado en la alianza de estos tres sectores, es rigurosamente falso que los científicos participen a regañadientes en este triunvirato. Las universidades norteamericanas –y la doctora Augustine luce una camiseta de Stanford, una de las más elitistas-- tienen miles de contratos extremadamente lucrativos con la industria militar que se aceptan sin cuestionamientos. El establishment de la ciencia en Estados unidos no es víctima de la industria militar, es su cómplice. Inexactitudes históricas tal vez, pero vayamos a la trama. La trama de avatar usa uno de los ganchos narrativos más convencionales del género: el romance intercultural. Como ha mostrado la crítica feminista y los estudios queer, un porcentaje muy elevado de las películas de Hollywood se apoyan en esta matriz heterosexista que coloca a la mujer en una posición de subordinación y refuerza la normatividad de la heterosexualidad. En este caso, Jake Sully, un ex marine parapléjico acepta formar parte de un experimento, se transforma virtualmente en un Na’vi y conoce a una indígena de la que se enamora tras superar sus prejuicios culturales y su arrogancia colonial. Lo hemos visto otras veces. Chico busca chica, pero pertenecen a distintas clases sociales, a distintas etnicidades, tienen personalidades diferentes, etc. El espectador se engancha a la trama con la esperanza y la seguridad de que habrá final feliz, se superarán las diferencias y se consumará la unión heterosexual. ¿En qué se diferencia Avatar de Pretty Woman o de Mi gran boda griega?Algunos dirán que utiliza la convención para construir un mensaje anticolonial. En efecto, Avatar sigue el esquema de algunas crónicas coloniales como Los Naufragios de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, la historia de un soldado español que se pierde en la Florida y se hace curandero o, como han señalado acertadamente José Miguel Company y Manuel Talens, la historia de Gonzalo Guerrero, el español que se queda a vivir con los indígenas y rechaza el proyecto imperial español. Pero cabe preguntarse si Avatar rompe con la mirada imperial o reproduce la fábula del antropólogo occidental “going primitive”. Hay una escena siniestra y estremecedora que para mí resuelve está cuestión. Cuando Sully es finalmente aceptado por los Na’vi para organizar la resistencia frente a los invasores estadounidenses, todas las tribus Na’vi se reúnen alrededor del árbol de la sabiduría. Sully aparece al lado de Neitziri, su amante Na’vi ocupando la posición que antes ocupaban sus padres, líderes de la comunidad Na’vi. La diferencia es que ahora están en una especie de pedestal con todos los Na’vi en una posición de sumisión abajo, esperando a recibir instrucciones de Sully. En mi opinión, está escena pone en juego una concepción de la soberanía política que es en toda su extensión occidental e imperial. En primer lugar, la liberación viene de afuera, es el ex marine blanco el que finalmente ayuda a los Na’vi --cuyos actores, por cierto, son mayoritariamente afroamericanos—a liberarse de la opresión colonial. El modelo de organización cultural responde a una concepción de la soberanía monárquica: Sully es el nuevo heredero del trono tras unirse con Neitziri. Esta representación visual del poder tiene más que ver con filmes como Apocalipto que con las formas de organización comunal indígena que tan brillantemente describió José Carlos Mariatégui, en sus Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana .
La película culmina está lógica colonial, hipermasculina, heterosexista y blanca en el combate final, también predecible entre el marine sádico y perverso y Sully, el marine bueno y comprometido con la causa indígena. Como nos ha enseñado Gayatri Spivak, hay que sospechar siempre de aquella lógica que nos presenta a hombres blancos salvando a mujeres de color de los hombres de color. No puede haber dialéctica emancipadora en una confrontación entre dos militares blancos norteamericanos. Habrá segunda y tercera parte de Avatar, mientras tanto concentrémonos en la lucha por la defensa del medioambiente y la lucha contra el capitalismo y el colonialismo.

viernes, 29 de enero de 2010

NUEVA HISTORIA DEL ARTE (II): UN PICASSO VETADO

De acuerdo al artículo anterior, colegimos que la intervención en el arte (en todas sus variantes) por el poder político y económico, no siempre es sutil e indirecto como se piensa. Muchas veces la llamada “mano invisible” se impone en una dirección conveniente a intereses subordinados.

Terminada la segunda guerra mundial en agosto de 1945, EEUU propuso a la ex URSS, dividir la nación coreana sin mayor criterio que el de coordenadas geográficas (el famoso paralelo 38°).

En plena guerra fría, EEUU, sin evidencia confirmada por los observadores de las Naciones Unidas sobre una supuesta invasión a su “administración” en Corea del Sur, declaró la guerra a Corea del Norte en Junio de 1950.

La Guerra de Corea, dirigida por MacArthur hasta el armisticio del 27 de Julio de 1953, destruyó íntegramente el país, medios de comunicación y de subsistencia, fábricas, ciudades y pueblos enteros (un tercio de la población norcoreana, calculada entre 8 y 9 millones de personas fue asesinada en dicho conflicto).

Uno de esos episodios que describe las ejecuciones de civiles cometidos por las fuerzas estadounidenses en Shinchun (provincia de Hwanghae) fue motivo de denuncia a través del ingenio de Picasso, quien en 1951 pintó su Matanza en Corea.

El cuadro, de estilo expresionista que retoma una visión de Goya del fusilamiento de civiles por tropas francesas invasoras en España (Los Fusilamientos del 3 de Mayo), incomodó tanto al gobierno de Corea del Sur como al norteamericano, motivo por el que fue mantenido oculto hasta 1990. Otros autores, señalan que por el nombre, recuerda a la célebre "Matanza de Quíos" de Delacroix.

La composición se halla dividida, como en el mencionado cuadro de Goya, en dos partes: A la derecha están situados los agresores, convertidos ahora en hombres-máquina, como terribles robots que ejecutan a los inocentes: niños y mujeres embarazadas.

El cuadro del pintor malagueño , se exhibe hoy discretamente en el Museo Nacional Picasso en París.

NUEVA HISTORIA DEL ARTE (I): EXPRESIONISMO ABSTRACTO Y LA CIA

La investigadora británica Frances Stonor Saunders en su libro 'La CIA y la guerra fría cultural', expone con plena contundencia cómo se montó un enorme programa secreto de propaganda cultural con el objetivo de apartar a la intelectualidad europea de su prolongada fascinación por el marxismo y el comunismo, a favor de una forma de ver el mundo más de acuerdo con el 'concepto americano'. La organización eje de esta campaña encubierta, según nuestra autora, fue el Congreso por la Libertad de la Cultura, montado por el agente de la CIA Michael Josselson, entre 1950 y 1976. En su momento culminante el Congreso 'tuvo oficinas en 35 países, contó con docenas de personas contratadas, publicó artículos en más de veinte revistas de prestigio, organizó exposiciones de arte, contaba con su propio servicio de noticias y de artículos de opinión, organizó conferencias del más alto nivel y recompensó a los músicos y otros artistas con premios y actuaciones públicas'. Con respecto a los destinatarios de esta campaña, quizás con cierta exageración polémica, sostiene Frances Stonor Saunders: 'Tanto si les gustaba como si no, hubo pocos escritores, poetas, artistas, historiadores, científicos y crítico en la Europa de posguerra cuyos nombres no estuvieran, de una u otra manera, vinculados con esta empresa encubierta'. Los planificadores de esta peculiar guerra por el control de las mentes y la cultura, lograron quizá su mayor éxito en la manipulación de una de las corrientes del arte de vanguardia en la posguerra. En una combinación muy norteamericana de mecenazgo imperial y política anticomunista, promovieron el expresionismo abstracto como un arma muy eficaz en el arsenal de su ambiciosa OTAN artística.
Como consecuencia de la persecución nazi en Europa, buena parte de los creadores de vanguardia se refugiaron en Estados Unidos y, para su sorpresa, descubrieron un rechazo profundo a sus innovaciones. El ejemplo más pintoresco de esta repulsa provinciana lo proveyó un legislador republicano por Misuri, George Dondero, quien sostuvo que el arte moderno formaba parte de una conspiración mundial 'comunistoide' para debilitar la moral estadounidense. Para demostrar este delirante aserto, pasó a detallar: 'El cubismo pretende destruir mediante el desorden calculado. El futurismo pretende destruir mediante el mito de la máquina... El expresionismo pretende destruir remedando lo primitivo y lo psicótico. El arte abstracto pretende destruir por medio de la confusión de la mente... el surrealismo pretende destruir por negación de la razón'.Era natural que los planificadores de la élite política y cultural, que estaban armando una estrategia mundial contrarrevolucionaria, no compartieran tales dislates y mostraran una mayor sensibilidad y apertura cosmopolita, que la que se desprendía de la mentalidad predominante en el Medio Oeste agrícola y granjero. Comprendieron rápidamente que para construir el liderazgo mundial que era su meta, a las dimensiones económica y política deberían agregarle otra dimensión artístico-cultural.Fue entonces que emprendieron la promoción internacional del expresionismo abstracto, corriente pictórica que ofrecía la doble ventaja de ser -según su apologistas-auténticamente estadounidense y oponerse frontalmente al realismo socialista de manufactura estalinista.
Si los Estados Unidos y, en particular la ciudad de Nueva York, se estaban convirtiendo en el centro político y económico del mundo 'occidental', sólo restaba que tuviese su correlativo liderazgo cultural y una expresión artística adecuada a su inédita función dirigente global.Se trataba, en suma, de proclamar no sólo la ruptura e independencia con respecto al arte europeo, sino además la creatividad específica de Estados Unidos, libre, abierta, vanguardista, totalmente opuesta y superadora del academicismo rígido y amanerado del realismo soviético.
En la relectura final, que apoyó el presidente Dwight Eisenhower en los años cincuenta, el expresionismo abstracto resultó ser manifestación del espíritu de la 'libre empresa', que habría hecho grande a Estados Unidos.En esta ambiciosa contraofensiva cultural no faltó el entusiasta apoyo del Congreso por la Libertad de la Cultura; de las publicaciones masivas del emporio Time-Life; de los grandes museos neoyorquinos encabezados por el de Arte Moderno, el famoso MoMA, regenteado entre otros magnates por Nelson Rockefeller y, finalmente, el financiamiento de dicha campaña por la larga e interesada generosidad de las fundaciones de la élite, y otras que servían de pantalla a los aportes clandestinos de la CIA.
Pero este audaz operativo político-cultural no dejó de enfrentar críticas y resistencias. En primer lugar del propio público norteamericano, que si hubiese podido votar sobre esta política, simplemente la habría rechazado. El congresista Dondero no era un solitario francotirador, era altamente representativo del gusto y los prejuicios mayoritarios. 'Para favorecer la libertad de expresión -confesará más tarde Tom Braden, alto funcionario de la CIA-teníamos que hacer todo en secreto'. O dicho de otra forma, según Frances Stonor Saunders: 'De nuevo nos encontramos con esa sublime paradoja de la estrategia americana en la guerra fría cultural: para promover la aceptación del arte producido en [y cacareado como expresión de la] democracia habría que salvar el escollo del propio proceso democrático'.
Una segunda fuente de sospechas y críticas surgió en el propio frente cultural interno, y también en Europa. En 1952, la revista comunista norteamericana Masses and Mainstream disparó una andanada sobre el arte abstracto y su catedral, el Museo de Arte Moderno neoyorquino, cuyo título 'Dólares, garabatos y muerte', resultó inquietantemente profético. En los años más álgidos de la Guerra Fría se desencadenó sobre Europa un verdadero Plan Marshall en el campo artístico. En estrecha colaboración con la CIA, el MoMA y la Fundación Rockefeller organizaron el desembarco triunfal de expresionismo abstracto en las ciudades principales del viejo continente. 'Parte de la prensa francesa se dio cuenta de la maniobra política tras la exposición -afirma nuestra historiadora-y se hizo maliciosa referencia a que el Musèe d' Art Moderne era un nuevo enclave del 'territorio de Estados Unidos', y a los pintores participantes en la muestra se los denominó 'Los doce apóstoles de monsieur Foster Dulles''.
También en los medios artísticos estadounidenses llovieron las impugnaciones sobre los expresionistas, que transitaron de la disidencia de izquierda a ser ungidos y utilizados por la élite imperial. Esta historia tuvo un colofón trágico para ellos: presionados por los dilemas de conciencia y por las acusaciones de haber cedido a la codicia y la ambición, escaparon de la vida y sus contradicciones mediante el alcoholismo, el "suicidio" o los "accidentes" de tráfico. Triste final para la primera generación de auténticos creadores que produjo el arte norteamericano.
Para los lectores latinoamericanos quizás esta obra por su extensión y minuciosidad pierda por momentos interés, pero cabe preguntarse si no ha llegado el momento de investigar esta dimensión de la dominación imperial en América Latina. Algunas cosas se saben, otras se sospechan y seguramente cuando se encare esta tarea, las sorpresas pueden resultar aún más numerosas e iluminadoras.

Un dato adicional: Durante la Guerra Fría, la CIA financió a grupos diversos, el caso más grave fue el del Congreso por la Libertad de la Cultura, dirigido en la Argentina por el socialista democrático Juan Antonio Solari. La actividad de la CIA fue denunciada por la revista católica de izquierda 'Rampard', a principios de los años setenta.

lunes, 25 de enero de 2010

HAITÍ, LA INVASIÓN HUMANITARIA DE EE.UU.

Un tema realmente grave que está trascendiendo al mundo es la actitud asumida por el gobierno de Obama frente al drama en Haití. Porque no hay dos lecturas: Estados Unidos está aprovechando una coyuntura desgraciada para tomar el poder en Haití. Hay bases militares en Curazao, en Colombia, en Panamá, en El Salvador y ahora también tiene una base militar con más de 20 mil tropas y marines que están ocupando Haití bajo el pretexto humanitario.

Revisemos un fragmento de la entrevista a James Petras (profesor emérito de sociología en la universidad de Binghamton-New York) quien da cuenta de los últimos sucesos en Haití, advirtiendo de un posible levantamiento popular, similar al del terremoto de Managua en el año 1972:

Como EEUU no tiene otros medios para intervenir en crisis, siempre mandan las fuerzas militares primero a conseguir el control tanto de las bases militares, el puerto y todos los sistemas de comunicación. Los franceses y otros países se están quejando fuertemente por el hecho de que sus aviones de ayuda médica no podrían entrar en el aeropuerto. Lo que es un gran contraste es que los cubanos en las primeras 24 horas han apoyado con un hospital médico que está tratando a cientos de pacientes cada día las 24 horas por día. Y la pequeña delegación cubana ha tratado 20 veces más pacientes que todo el equipo norteamericano que sólo ha tratado a 60 pacientes hasta ahora, entre los miles que están heridos.
Y esta intervención militar hay que analizarla porque como no tiene equipos civiles activos en el exterior, siempre mandan a los militares, porque todo el dinero del gobierno está canalizado a la parte militar. Por eso se quedan paralizados cuando tienen que actuar como civiles. Y este militarismo tiene una larga historia. Me imagino que los alumnos de escuelas uruguayas recuerdan la invasión de Montevideo por los marines en 1858. Y deben recordar que la principal fuente de entrenamiento para los militares que han creado esta situación de pobreza en Haití eran entrenados por los marines en 1915 que formó la base del poder de la familia Duvalier, la dictadura de 30 años que terminó en 1986. Este sistema dictatorial robó todo dinero de la isla, controlaron miles sino miles de millones de dólares que entraban al tesoro y después por fin el pueblo de Haití eligió un gobierno, de Bèrtrand Arìstide, un ex cura, como presidente; un hombre populista, nacionalista, que no quería privatizar los recursos, el sistema de electricidad y telecomunicaciones, entonces el Banco Mundial y el Fondo Monetario no permitieron entrar ningún préstamo y eso también perjudicó al país.

domingo, 17 de enero de 2010

HAITÍ: TRAS CUERNOS, PALOS!

A pocos días del desastre natural y de la "ayuda humanitaria" que viene recibiendo el pueblo de Haití, y ante algunos sospechosos pedidos de retorno al colonialismo o alguna especie de intervención foránea en su gobierno; desempolvamos este artículo, que tiene ya unos años, del escritor Eduardo Galeano. En él se describe la historia de Haití de una forma diferente a la que nos transmiten los medios de comunicación.

La democracia haitiana nació hace un ratito. En su breve tiempo de vida, esta criatura hambrienta y enferma no ha recibido más que bofetadas. Estaba recién nacida, en los días de fiesta de 1991, cuando fue asesinada por el cuartelazo del general Raoul Cedras. Tres años más tarde, resucitó. Después de haber puesto y sacado a tantos dictadores militares, Estados Unidos sacó y puso al presidente Jean-Bertrand Aristide, que había sido el primer gobernante electo por voto popular en toda la historia de Haití y que había tenido la loca ocurrencia de querer un país menos injusto.

El voto y el veto

Para borrar las huellas de la participación estadounidense en la dictadura carnicera del general Cedras, los infantes de marina se llevaron 160 mil páginas de los archivos secretos. Aristide regresó encadenado. Le dieron permiso para recuperar el gobierno, pero le prohibieron el poder. Su sucesor, René Préval, obtuvo casi el 90 por ciento de los votos, pero más poder que Préval tiene cualquier mandón de cuarta categoría del Fondo Monetario o del Banco Mundial, aunque el pueblo haitiano no lo haya elegido ni con un voto siquiera.

Más que el voto, puede el veto. Veto a las reformas: cada vez que Préval, o alguno de sus ministros, pide créditos internacionales para dar pan a los hambrientos, letras a los analfabetos o tierra a los campesinos, no recibe respuesta, o le contestan ordenándole:
-Recite la lección.

Y como el gobierno haitiano no termina de aprender que hay que desmantelar los pocos servicios públicos que quedan, últimos pobres amparos para uno de los pueblos más desamparados del mundo, los profesores dan por perdido el examen.

La coartada demográfica

A fines del año pasado cuatro diputados alemanes visitaron Haití. No bien llegaron, la miseria del pueblo les golpeó los ojos. Entonces el embajador de Alemania les explicó, en Port-au-Prince, cuál es el problema:

-Este es un país superpoblado -dijo-. La mujer haitiana siempre quiere, y el hombre haitiano siempre puede.

Y se rió. Los diputados callaron.

Esa noche, uno de ellos, Winfried Wolf, consultó las cifras. Y comprobó que Haití es, con El Salvador, el país más superpoblado de las Américas, pero está tan superpoblado como Alemania: tiene casi la misma cantidad de habitantes por quilómetro cuadrado.

En sus días en Haití, el diputado Wolf no sólo fue golpeado por la miseria: también fue deslumbrado por la capacidad de belleza de los pintores populares. Y llegó a la conclusión de que Haití está superpoblado… de artistas.

En realidad, la coartada demográfica es más o menos reciente. Hasta hace algunos años, las potencias occidentales hablaban más claro.

La tradición racista

Estados Unidos invadió Haití en 1915 y gobernó el país hasta 1934. Se retiró cuando logró sus dos objetivos: cobrar las deudas del City Bank y derogar el artículo constitucional que prohibía vender plantaciones a los extranjeros.

Entonces Robert Lansing, secretario de Estado, justificó la larga y feroz ocupación militar explicando que la raza negra es incapaz de gobernarse a sí misma, que tiene “una tendencia inherente a la vida salvaje y una incapacidad física de civilización”. Uno de los responsables de la invasión, William Philips, había incubado tiempo antes la sagaz idea: “Este es un pueblo inferior, incapaz de conservar la civilización que habían dejado los franceses”.

Haití había sido la perla de la corona, la colonia más rica de Francia: una gran plantación de azúcar, con mano de obra esclava. En El espíritu de las leyes, Montesquieu lo había explicado sin pelos en la lengua: “El azúcar sería demasiado caro si no trabajaran los esclavos en su producción. Dichos esclavos son negros desde los pies hasta la cabeza y tienen la nariz tan aplastada que es casi imposible tenerles lástima. Resulta impensable que Dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma, y sobre todo un alma buena, en un cuerpo enteramente negro”.

En cambio, Dios había puesto un látigo en la mano del mayoral. Los esclavos no se distinguían por su voluntad de trabajo. Los negros eran esclavos por naturaleza y vagos también por naturaleza, y la naturaleza, cómplice del orden social, era obra de Dios: el esclavo debía servir al amo y el amo debía castigar al esclavo, que no mostraba el menor entusiasmo a la hora de cumplir con el designio divino.

Karl von Linneo, contemporáneo de Montesquieu, había retratado al negro con precisión científica: “Vagabundo, perezoso, negligente, indolente y de costumbres disolutas”. Más generosamente, otro contemporáneo, David Hume, había comprobado que el negro “puede desarrollar ciertas habilidades humanas, como el loro que habla algunas palabras”.

La humillación imperdonable

En 1803 los negros de Haití propinaron tremenda paliza a las tropas de Napoleón Bonaparte, y Europa no perdonó jamás esta humillación infligida a la raza blanca. Haití fue el primer país libre de las Américas. Estados Unidos había conquistado antes su independencia, pero tenía medio millón de esclavos trabajando en las plantaciones de algodón y de tabaco. Jefferson, que era dueño de esclavos, decía que todos los hombres son iguales, pero también decía que los negros han sido, son y serán inferiores.

La bandera de los libres se alzó sobre las ruinas. La tierra haitiana había sido devastada por el monocultivo del azúcar y arrasada por las calamidades de la guerra contra Francia, y una tercera parte de la población había caído en el combate. Entonces empezó el bloqueo. La nación recién nacida fue condenada a la soledad. Nadie le compraba, nadie le vendía, nadie la reconocía.

El delito de la dignidad

Ni siquiera Simón Bolívar, que tan valiente supo ser, tuvo el coraje de firmar el reconocimiento diplomático del país negro. Bolívar había podido reiniciar su lucha por la independencia americana, cuando ya España lo había derrotado, gracias al apoyo de Haití.

El gobierno haitiano le había entregado siete naves y muchas armas y soldados, con la única condición de que Bolívar liberara a los esclavos, una idea que al Libertador no se le había ocurrido. Bolívar cumplió con este compromiso, pero después de su victoria, cuando ya gobernaba la Gran Colombia, dio la espalda al país que lo había salvado. Y cuando convocó a las naciones americanas a la reunión de Panamá, no invitó a Haití pero invitó a Inglaterra.

Estados Unidos reconoció a Haití recién sesenta años después del fin de la guerra de independencia, mientras Etienne Serres, un genio francés de la anatomía, descubría en París que los negros son primitivos porque tienen poca distancia entre el ombligo y el pene.

Para entonces, Haití ya estaba en manos de carniceras dictaduras militares, que destinaban los famélicos recursos del país al pago de la deuda francesa: Europa había impuesto a Haití la obligación de pagar a Francia una indemnización gigantesca, a modo de perdón por haber cometido el delito de la dignidad.

La historia del acoso contra Haití, que en nuestros días tiene dimensiones de tragedia, es también una historia del racismo en la civilización occidental.


sábado, 16 de enero de 2010

LECCIONES DE HISTORIA (III)

La historia de los hebreos en América empieza por Cristóbal Colón. El 2 de agosto de 1492, fueron expulsados de España más de trescientos mil judíos, acontecimiento que provocó en forma paulatina la decadencia del poderío ibero. Al día siguiente, Cristóbal Colon zarpaba en dirección a Poniente, marchando con él cierto número de judíos. Estos no eran, ni con mucho, fugitivos, ya que los planes del intrépido navegante hacia tiempo que interesaban a los judíos influyentes. El propio Colón declara que mantenía relaciones con judíos. El destinatario de la primera carta en que detalla su descubrimiento era un hebreo. Efectivamente, este gran acontecimiento, que dió otro mundo al mundo, se realizó merced a la influencia de judíos. La hermosa leyenda de que la reina Isabel con el valor de sus joyas proporcionara los medios para efectuar la expedición, no halla asidero ante una crítica seria. Ejercieron gran influencia en la Corte Real tres "guarros", o sea tres judíos secretos: Luis de Santángel, opulento comerciante valenciano, arrendatario de las contribuciones reales; su pariente Gabriel Sánchez, Tesorero Real, y un amigo común, el camerlán Juan Cabrero.

Los tres describieron a la reina Isabel el tesoro real como totalmente agotado, instigando constantemente su fantasía con la brillante perspectiva que se le abriría descubriendo Colón las fabulosas riquezas Indias en beneficio de la corona de Castilla. Lograron así que la reina accediera a entregar sus joyas personales para equipar la expedición. Pero Santángel solicitó y obtuvo autorización para adelantar de su propio peculio el dinero necesario, unos 17.000 ducados, que equivalen, según el valor actual de la moneda, a unos 160.000 dólares, y es mas que probable que el préstamo excediera de los gastos realizados de la empresa.

Se tiene entendido que con Colón se embarcaron cinco judíos: Luis de Torres, en calidad de interprete; Marco, como cirujano; Bernal, de profesión medico; Alonso de la Calle, y Gabriel Sánchez. Los instrumentos astronómicos y los mapas marítimos provenían de judíos. Luis de Torres fue el primero en pisar tierra y el primero en intuir el empleo del tabaco. Establecióse en Cuba, y se le puede considerar como patriarca del presente absoluto dominio sobre la industria tabacalera mundial.

Los protectores del Colón, Luis de Santángel y Gabriel Sánchez, lograron grandes prerrogativas por su participación en la empresa. Colon, en cambio, cayo en desgracia debido a las intrigas de Bernal, su medico judío, recibiendo en recompensa injusticias y prisiones.

Desde un principio consideraron los judíos a América como un país de promisión. Su inmigración a la América del sur, especialmente al Brasil, empezó al punto y en masa. A raíz de su participación armada en un conflicto suscitado entre brasileños y holandeses, optaron muchos hebreos brasileños por emigrar hacia la colonia holandesa más septentrional, donde actualmente se encuentra Nueva York. Pedro Stuyvesant, gobernador holandés, se opuso a esa inmigración judía, exigiendo su expulsión. Pero los hebreos, al parecer, habían adoptado precauciones para que, aunque no fueran muy bien recibidos al menos se les admitiera, porque al revocarse la orden de expulsión extendida por Stuyvesant, citaron los directores de la Sociedad Colonial Holandesa como causa de la admisión de los hebreos los grandes capitales que estos habían invertido en “participaciones” de dicha sociedad. Sin embargo, vedóseles el desempeño de cargos públicos y el comercio minorista, lo que tuvo por consecuencia que se dedicaran a la exportación, en cuyo ramo y merced a sus múltiples relaciones europeas, consiguieron el monopolio al cabo de breve tiempo.

Tenemos con ello una de las tantas pruebas de la habilidad judía. Cualquier prohibición en un sentido les facilita magnificas ventajas en otro. Prohibiendo al hebreo comerciar con ropas nuevas, dedicóse al comercio de ropas usadas, con lo cual, efectivamente, creo las bases para el comercio tan magníficamente organizado de prendas de segunda mano. Al cerrársele el comercio minorista, se dedico afanosamente a las transacciones en gran escala, siendo el hebreo el fundador del gigantesco intercambio comercial entre los continentes. También fue judío el fundador del sistema de derecho de salvamento de los naufragios. En las ruinas mismas de la civilización busca y halla el judío su bienestar. Él fue quien enseñó a los otros pueblos como se vuelven a utilizar los harapos, como se limpian las plumas sucias, como se aprovechan las pieles de conejo. El hebreo siempre tuvo predilección por el comercio en pieles, que hoy domina todavía, y a el se deben las innumerables pieles ordinarias que con nombres rimbombantes pasan por preciosidades de gran valor. Por los judíos generalizóse en el comercio la idea de “volver como nuevo”. En los ropavejeros actuales, que recorren nuestras ciudades con su flauta en busca de hierro viejo, botellas vacías, papeles usados y trapos sucios, reconocemos los descendientes de aquellos hebreos que supieron convertir trastos viejos en objetos de valor.

sábado, 2 de enero de 2010

LAS MALVINAS SON ARGENTINAS?

Antes de emitir cualquier opinión apresurada sobre el cuestionamiento, sugiero ver el documental: "Malvinas, historia de traiciones".
Poco tiempo después de que finalizase la Guerra de Malvinas, Jorge Denti encara este proyecto producido junto a Barberis y al historiador inglés Michael Chanan. Filmado en Gran Bretaña, Argentina y EE.UU. Este proyecto destaca el aspecto colonialista de las islas Malvinas ocupadas por el Imperio Británico desde 1833. Este documental reposa sobre los testimonios que explican las razones históricas y económicas que provocaron aquella guerra y las respectivas decisiones de Argentina y Gran Bretaña (Galtieri y Thatcher), frente a la difícil situación interna que ambos países vivieron.
También es un homenaje a Raymundo Gleyzer, su amigo y compañero del "Cine de la Base", secuestrado en 1976 por la Dictadura Militar. La película ha sido premiada en varios festivales internacionales. Su versión breve está siendo proyectada en televisión.

FICHA TÉCNICA
Dirección: Jorge Denti
Guión: Alberto Adellach e Irene Selser
Fotografía: Fernando Gaja y Peter Chapel
Montaje: Ricardo Moura y Laura Imperiale
Música: Alberto Núñez Palacios y León Gieco
Sonido: Nerio Barberis e Iain Bruce
Productor: Jorge Denti, Michael Chanan y Nerio Barberis
Producción: Cine de la Base-Zafra AC, México
Año de Producción: 1983, México - Argentina

Si desea disfrutar del documental, ingrese a la siguiente dirección: http://es.arcoiris.tv/cinema_arcoiris_flv.php?lid=12338&lang=ita&d_op=getit