Si vas a la ciudad de Xauxa, no olvides visitar La Casa del Caminante, ubicada en el Jr. Cuzco N°537. Allí serán recibidos por Henoch Loayza Espejo. Para él, las piedras en el camino lo hacen muy feliz. Las busca con anhelo y cuando las encuentra las acaricia y se las lleva a casa. Ésta es de barro, pero con espíritu también de piedra, pues tiene más de cien años en pie y aún luce desafiante al tiempo.
Las piedras de Henoch son especiales, pero una de ellas es la que dio inicio a esta búsqueda incansable por todo el valle del Mantaro. La encontró cuando tenía ocho años, en un día de paseo escolar. Cuando su curiosidad recurrió a la fuente inagotable del saber que era el profesor de su escuela, se dio cuenta de que ese oasis era un espejismo al recibir como respuesta: "Es un sello".
La dureza de esa respuesta hizo que guardara su piedra en el bolsillo y luego se la mostrara a su abuela Espírita, quien le contestó: "Es la cara del Inti (el dios Sol prehispánico)". Al menos esta respuesta lo llenó más, pero no era suficiente.
"Veinte años después, en la Universidad de San Marcos supo que era una amonita (molusco fósil) petrificada", recuerda Henoch al momento de entrar a su mundo de piedras con paredes de barro.
Muy orgulloso señala que las más de 1.500 piezas con que cuenta (entre corales, trilobites -crustáceos-, rynchonellas -braquiópodos-, erizos, gasterópodos, y en general ejemplares de fondo marino de hace millones de años, todos petrificados) fueron halladas en la provincia de Jauja, en sus diferentes localidades: Llocllapampa, Curicaca, Miraflores, Parco, Marco, Paccha, Canchayllo, Ricrán, también en la quebrada del río Mantaro.
"Toda Jauja es un banco de fósiles marinos de hace millones de años, lo único que se requiere es paciencia para buscarlos y reconocer un nódulo (piedra redonda) que en su interior contiene alguna especie fosilizada", anota como un experto paleontólogo, sin serlo.
Completan su colección restos arqueológicos donados de otras partes del país, incluida una momia y un fardo funerario y un pez fósil perteneciente a la cuenca del Amazonas que fuera donado por un aviador al enterarse de la existencia de la colección de Henoch.
En su permanente caminar, Henoch Loayza Espejo halló también restos arqueológicos preincas, como puntas de piedra para lanzas de hace 6 mil años. Igualmente piezas de cerámica, herramientas, instrumentos musicales líticos de diversos momentos de nuestro pasado.
Las piedras de Henoch son especiales, pero una de ellas es la que dio inicio a esta búsqueda incansable por todo el valle del Mantaro. La encontró cuando tenía ocho años, en un día de paseo escolar. Cuando su curiosidad recurrió a la fuente inagotable del saber que era el profesor de su escuela, se dio cuenta de que ese oasis era un espejismo al recibir como respuesta: "Es un sello".
La dureza de esa respuesta hizo que guardara su piedra en el bolsillo y luego se la mostrara a su abuela Espírita, quien le contestó: "Es la cara del Inti (el dios Sol prehispánico)". Al menos esta respuesta lo llenó más, pero no era suficiente.
"Veinte años después, en la Universidad de San Marcos supo que era una amonita (molusco fósil) petrificada", recuerda Henoch al momento de entrar a su mundo de piedras con paredes de barro.
Muy orgulloso señala que las más de 1.500 piezas con que cuenta (entre corales, trilobites -crustáceos-, rynchonellas -braquiópodos-, erizos, gasterópodos, y en general ejemplares de fondo marino de hace millones de años, todos petrificados) fueron halladas en la provincia de Jauja, en sus diferentes localidades: Llocllapampa, Curicaca, Miraflores, Parco, Marco, Paccha, Canchayllo, Ricrán, también en la quebrada del río Mantaro.
"Toda Jauja es un banco de fósiles marinos de hace millones de años, lo único que se requiere es paciencia para buscarlos y reconocer un nódulo (piedra redonda) que en su interior contiene alguna especie fosilizada", anota como un experto paleontólogo, sin serlo.
Completan su colección restos arqueológicos donados de otras partes del país, incluida una momia y un fardo funerario y un pez fósil perteneciente a la cuenca del Amazonas que fuera donado por un aviador al enterarse de la existencia de la colección de Henoch.
En su permanente caminar, Henoch Loayza Espejo halló también restos arqueológicos preincas, como puntas de piedra para lanzas de hace 6 mil años. Igualmente piezas de cerámica, herramientas, instrumentos musicales líticos de diversos momentos de nuestro pasado.
Loable el trabajo del profesor Henoch Loayza Espejo.
ResponderEliminarPor mi parte considero que es la persona que mas sabe de paleontologia del valle y la quebrada del Mantaro, que cualquier otro profesional. Y por ello espero que algun dia sea reconocido por el trabajo silencioso que realiza.
Miguel Escobar