
Los monjes-guerreros, propietarios de castillos, tierras y monasterios por toda Europa y Tierra Santa y convertidos en los banqueros más fiables del Medievo, fueron desposeídos de sus bienes, humillados, torturados y finalmente ajusticiados con la complicidad del Papa Clemente V.
De Molay, el vigésimo tercer y último Gran Maestre de la Orden del Temple se había unido a la misma en 1265. Tras una brillante carrera militar alcanzó el máximo cargo en 1292, y bajo su mando los templarios lograron entrar en Jerusalén en 1298. Pero el resto de órdenes militares (Hospitalarios y Teutónicos) habían desistido ya de reconquistar el cercano y medio Oriente. Por eso, Jacques de Molay acudió a su rey, Felipe IV de Francia "le Bel"(el Hermoso), para intentar organizar una nueva cruzada. En cuanto el gran maestre llegó a París con 150.000 piezas de oro, el rey Felipe le pidió un préstamo para pagar la boda de una hija. El rey de Francia gastaba por encima de lo que tenía, pero Jacques de Molay abrió complaciente la bolsa. Estaba acostumbrado a prestarle a Felipe, de quien era el principal acreedor. Pensaba que así mantenía un control sobre el monarca francés, aunque en realidad lo que había logrado era hacerse al peor de los enemigos. Porque si desaparecía la Orden, pensaba el rey, desaparecerían las deudas.
Felipe IV llamado el Hermoso (o el Mafioso?), rey de Francia, hacia el 1307, debía mucho dinero a la orden del Temple y no podía ni quería pagar. Un par de años antes les debía mucho dinero a los judíos, así que planeó una estratagema para acusarlos falsamente, enjuiciarlos, matarlos y expoliarlos y sobre todo, no pagar la deuda.
Lo mismo hicieron los mal llamados Reyes Católicos hacia 1492, para no pagarles a los judíos los acusaron de herejes, los quemaron o echaron de España, quedándose con sus bienes.
Claro que este ataque al Temple no era fácil, éstos eran católicos, debía poner un Papa títere en Roma que fuera un mero apéndice suyo y lo logró.
Este fue el tristemente célebre, Clemente V (Bertrand de Got), el cual acompañó a Felipe en toda esta mascarada dispuesto a recibir algún despojo del botín. La celada estaba preparada.

Lo mismo hicieron los mal llamados Reyes Católicos hacia 1492, para no pagarles a los judíos los acusaron de herejes, los quemaron o echaron de España, quedándose con sus bienes.
Claro que este ataque al Temple no era fácil, éstos eran católicos, debía poner un Papa títere en Roma que fuera un mero apéndice suyo y lo logró.
Este fue el tristemente célebre, Clemente V (Bertrand de Got), el cual acompañó a Felipe en toda esta mascarada dispuesto a recibir algún despojo del botín. La celada estaba preparada.
Molay y sus lugartenientes, fueron sorprendidos a traición cuando regresaban de los funerales de la cuñada del rey, la condesa de Valois, pasarían casi siete años en prisión antes de ser quemados en la hoguera. La Torre del Homenaje en el castillo de Chinon, desde donde se otea el río Vienne, fue la cárcel de Molay y el escenario de un proceso judicial que aún sigue abierto para los historiadores. En Chinon, sometido en la actualidad a una completa reconstrucción, los templarios aguardaron inútilmente a que el Papa de Aviñón les salvara de las acusaciones formuladas por el rey de Francia. Ritos obscenos de iniciación, sodomía, adoración a un gato, escupir a la imagen de Cristo... fueron los cargos presentados contra los templarios y que muchos de ellos reconocieron tras ser torturados. 

La Iglesia, que no veía con buenos ojos la persecución desatada por el rey francés y conocía los "recursos" utilizados para que los reos se autoinculparan, exigió que a los templarios se les permitiera defenderse. Pero los sucesivos procesos judiciales canónicos y civiles, como el llevado a cabo en Chinon por una comisión papal de tres cardenales, no sirvieron para exonerar a los caballeros, que dejaron en las paredes de su mazmorra unas inquietantes inscripciones, conocidas como los "graffiti de Chinon", donde aparece buena parte de la simbología templaria. Los interrogatorios papales a los templarios en este castillo dieron como resultado su absolución por Clemente, según consta en un documento hallado en 2002 en los archivos secretos vaticanos.
El pergamino papal, fechado en Chinon en 1308 y que se puede consultar en la biblioteca vaticana, acogía nuevamente a los templarios bajo el manto de la Iglesia. Sin embargo, la absolución papal no convenció a Felipe el Hermoso, que consiguió en 1312 que el Concilio de Vienne decretara en la práctica la disolución de la orden. En todos esos años se sucedieron los interrogatorios, las confesiones bajo tortura, las retractaciones, los concilios y las bulas papales hasta que, finalmente, Molay y los suyos terminaron encerrados en la Casa del Temple, en París, dejados a la suerte de Felipe IV y de su valido Guillermo de Nogaret. Tras ser enjuiciados en Notre Dame por una nueva comisión papal y condenados a cadena perpetua, Molay y Godofredo de Charnay, comendador de Normandía, se retractaron de sus confesiones de culpabilidad y, por ello, fueron conducidos a la hoguera, el 18 de marzo de 1314.

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