jueves, 8 de octubre de 2009

EL FAMOSO BANDOLERO: LUIS PARDO NOVOA

Hace unos días cuando visité la ciudad de Chiquián (Ancash), decidí aproximarme a su cementerio, grande fue la sorpresa, cuando al fotografiar el lugar, hallé la tumba de Telmo Luis Pardo Novoa. De inmediato se agolparon en la memoria imágenes de niñez, cuando en la estancia materna, se contaban las hazañas del "Robin Hood andino"; recuerdos que asociaba al antiguo vals criollo atribuido a Aberlado Gamarra "El Tunante".

Luis Pardo, nació el 19 de agosto de 1874 en Chiquián (Ancash) y pertenecía a una familia acomodada y conocida en la región: su padre don Pedro Pardo Zorrilla, hacendado propietario de la Hacienda Pancal, había participado en las montoneras caceristas contra Nicolás de Piérola y su abuelo llamado también Luis Pardo fue Alcalde de Chiquián en dos períodos.
A los 11 años de edad, su padre fue asesinado por los hermanos Alvarado debido a una disputa territorial siendo este crimen encubierto por las autoridades. Su madre, llena de pesar murió al poco tiempo. Luis Pardo vengó a su padre emboscando a los Alvarado en las afueras del pueblo y dándoles muerte con una carabina, comenzando así su vida al margen de la ley.
Su abuelo se encargó de su educación, después de haber cursado los primeros años de estudio en Chiquián lo envió a Lima para seguir estudios secundarios en el entonces prestigioso Colegio Nuestra Señora de Guadalupe. Al alcanzar la mayoría de edad asume el control de la hacienda Pancal. A diferencia de los grandes terratenientes que explotaban a sus criados, él hacía cumplir los derechos de igualdad, retribuyendo su trabajo. Los días de descanso solía reunir a sus trabajadores para enseñarles a leer y escribir, orientándoles reglas de urbanidad, como la puntualidad, orden y limpieza.
A los 17 años contrajo matrimonio con Julia Ramírez con quien no tuvo hijos y se separaron años después. Cerca a los 25 años, cuentan que se enamoró perdidamente de Zoila Tapia, una joven pastora, que él llamaba cariñosamente "Andarita" (nombre de una flor silvestre que crece en noroeste de Perú) y formó vida conyugal con ella. Pero su felicidad no duró mucho: Zoila falleció al dar a luz a su hijo, quien murió poco después. Estos hechos marcarían profundamente a Luis Pardo, hundiéndolo en la depresión.
En ese tiempo ya integraba las filas de los Montoneros de Andrés Avelino Cáceres. Cerca de Barranca, el grupo tuvo un sangriento combate con los soldados de Nicolás de Piérola, siendo derrotados y tomados prisioneros. Luis Pardo, huyó de la cárcel y desde ese momento fue constantemente perseguido por la justicia. Se enfrentó innumerables veces a la fuerza pública, en incursiones que dejaron varias muertes y con lo que se le declaró abiertamente como un bandolero.


Luis Pardo se convirtió para los pobladores en un justiciero que se había rebelado contra la tiranía y la injusticia institucionalizadas, defendiéndolos de los abusos y atropellos de los poderosos ante la imposibilidad de contar con una justicia sorda y corrompida. Es así que muchos simpatizantes se unieron a él, formando una banda que lo acompañaba en sus incursiones por las serranías de Ancash y Lima.
Las historias de sus correrías tuvieron lugar a fines del siglo XIX e inicios del XX y han sido contadas por los pobladores en distintas versiones, pero todos concuerdan que fue un hombre solidario, generoso, y con un alto sentido de justicia frente a la opresión y al descontento social, un excelente jinete, hábil tirador y un empedernido mujeriego. También contaban que frecuentemente lo veían escribir poemas y canciones porque era un amante de la lectura y de la música.
La aparición de Luís Pardo Novoa, motivó el temor entre los hacendados y mineros. Bastaba la más ligera indicación de que en tal hacienda se hubiera cometido un abuso contra algún indígena, para que Luís Pardo y su “banda” se hicieran presentes, conminándolos a dar trato justo a los trabajadores. Muchos de los defendidos se unieron a su "banda" y juntos atacaban a sus opresores, a quienes imponía cupos, que luego - según cuentan - distribuía entre los más necesitados. La fama de Luis Pardo como revolucionario y justiciero social se extendió y en los pueblos lo veían como un protector de pobres y desamparados.
De carácter temerario, mostraba constante desprecio a su propia vida, en una ocasión ingresó solo, a la fiesta que organizaba uno de sus enemigos, entregándose a la diversión con tal aplomo y valentía que sus rivales no se atrevieron a enfrentarle. En otra oportunidad, estando en la ciudad de Supe contemplaba una corrida de toros, exponiéndose a la vista de todos. Pronto fue descubierto por las autoridades y ante la inminente captura, se lanzó al ruedo y poncho en mano se abrió paso entre los animales, toreándolos, mientras la concurrencia lo celebraba con atronadores aplausos, y la fuerza pública no pudo impedir su huida.
A pesar que se había puesto precio a su cabeza, Luis Pardo y su banda reinaron el norte de Perú por muchos años, hasta que en el gobierno de Augusto B. Leguía, se organizó un destacamento para capturarlo. Desde Lima salió un contingente de 50 gendarmes al mando del sargento Álvaro Toro Mazote, quienes enrumbaron al norte.
Al llegar a Chiquián y después de varios días de persecución le dieron caza en una cueva cercana, en un lugar llamado Jacar, donde lo mataron luego de sitiarlo por dos días junto a Celedonio Gamarra, uno de sus amigos de correrías. Antes de morir en manos de sus perseguidores, Luis Pardo, creyendo una posible huida, prefirió lanzarse con su compadre a las aguas caudalosas del río Tingo (que el día de hoy lleva su nombre), pero allí fueron acribillados. Río abajo, sus cuerpos fueron recogidos por los pobladores y llevados al centro del pueblo. Un alférez, sacó su revólver y disparó a su cabeza lo que motivó la ira del pueblo que evitó el ultraje de su cadáver. Los cuerpos fueron fotografiados como prueba de su muerte y expuestos casi todo un día en la plaza de Chiquián para escarmiento de los pobladores. Luis Pardo murió el 5 de enero de 1909 a los 35 años de edad.
El grupo que muchas veces lo acompañó, siguió actuando después de su muerte, por lo cual otros tantos pobladores creían que no había muerto. Años más tarde, bajo el gobierno del Subprefecto Francisco Moreno Descalzi, recién se pudo doblegar el último reducto de aquellos rebeldes.

1 comentario:

  1. Me ha servido de mucho tu valiosa información, sigue caminando querido amigo.

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